"Eramos tres, eramos cien, eramos el mundo entero..."
Se supo, se sabía, lo sabíamos. Solo intentamos no verlo.
Cuando las nubes arrecian lo mejor es meterse en la tormenta y prepararse, dijeron.
Una vez adentro hay momentos de Sol y momentos de agua. Empapados terminamos.
El problema de las tormentas es que siempre pasan. Tienen esa condición de finitud que conservan las cosas más potentes de este mundo (y también las menos).
Lo bueno de las tormentas es que siempre vuelven. Ese eterno retorno de las tormentas hace que su finitud sea solo espera de la que vendrá.
La espera resignifica la tormenta.
Empezamos a terminar la tormenta sin extrañarla, deseando su huida, intentando alejarla lo mas posible y pasando los dias secos al sol todo lo posible.
Luego, empezamos a extrañarla, pensamos que incluso dentro de esa tormenta eramos cien muertos que sentìan. Ahi dentro, las gotas nos acariciaban, las miradas nos cobijaban, los silencios eran estruendosos.
Empezamos a sentir que una tormenta cada tanto estaba bien, que nos gusta salpicarnos, "cuando sera la proxima?" Consulta inutil, no se sabe, aunque se sepa, cuando viene.
Empezamos a ver las nubes que presagian ese nuevo sabor, el chasqueo de lenguas se hace insoportable. Las sonrisas alertas de los adictos son implacables, y vacias.
"Esta vez va a ser distinto"
Las tormentas son siempre iguales, no cambian, y la siguiente vez vuelven a hacer lo mismo que la primera, mientras la espera solo alejó las nubes de rosqueros y violinistas, ahora la nueva vieja tormenta los trae de nuevo, y entonces la que espera, los devora insaciable y puntual.
Quizás esta vez la que cambie no sea la tormenta, esa va a seguir igual, siempre igual, todo lo mismo.
Quizá lo que cambie ahora va a ser la espera, y ya no se resignificará la tormenta pasada idealizando la que viene.
Todo pasado es cambiado con el presente que lo alumbra.
Ningun pasado es inmóvil. Todos estamos resignificando nuestras tormentas, intentando idealizar las que vienen.
Habrá, quizás, que resignificar la espera, y pensar que toda dilación de las tormentas representa el espacio que necesitamos para no idealizar aquella que pasó.
Las tormentas pasan y vuelven, en la espera esta la oportunidad.
La vigilia es nuestra...y el tiempo es vigilia, faro que alumbra pedacitos de lo que fuimos, con luces de lo que somos, para determinar lo que seremos.
El próximo diluvio te vuelvo a ver!!!
Adieu! Bye Bye! Aufwiedersehen!
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