Sin Dios ni dueño escribo. Solo por el placer de estar vivo, y la verguenza de no estar muerto, uno puede seguir viendo amaneceres inmerecidos para el que no hizo mas que un casto intento de libertad.
Con la vanidad de saber que solo se sabe que fin llega avisando que no avisa, solo por ser uno mas del monton, de este monton del cual se es parte sin ser uno mas del monton.
Sin querer que quien lea esto observe en quien lo escribe alguien distinto y con la certeza de que quien lo lea seguira amontonado hasta que de una vez por todas esa luz que a nadie ilumina deje ver que, todos los que alguna vez dejaremos de ser vivimos sin creer que por vivir como indica una fuerza distorsionada haya un final como el que el buen Dieter tuvo solo por enterarse que el horror y lo terrible es tan racional y logico como lo bueno y lo deseable.
jueves, 2 de julio de 2009
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