El idiota y la miel

Ya no estoy solo, me acompañan la angustia y el miedo. Debo confesar que el miedo es una compaña poco grata y el peor consejero que pude seguir, pero es tan convincente. Tan bellamente convincente. Sin decir nada logra que cualquier ejército obedezca sus órdenes inmediatas. ¿Siempre fui tan cruel conmigo?La angustia, es una pena que se tome por mala compaña, dado que solo ella es capaz de recordarnos lo solo del ser humano viviendo en sociedad. Esta cualidad la hace casi una buena compaña. Mejor que el miedo. Siempre quise ser menos. Siempre fui menos.
En que miseria he caído, regalo lo que me piden, lo único que queda digno en mí, lo único bello que me quedaba, a quien no deseo. Mientras, si la miro, siento como el frío congela mis glóbulos. En ese instante ella se cruza por mi cabeza, el frío se vuelve tibio y reconfortante como una brisa de primavera que abriga al mendigo que solo, se encuentra en la calle, a la intemperie, fuera de la razón de cualquiera que llega a razonar.
Pero tengo claro que ella es solo mía en un pensamiento. Pensamiento que es un elixir para la vida de mis sueños.
Mientras mendigo amor barato y entrego a cambio una careta de San Valentín, mi músculo esponjoso se vuelve de cristal para de a poco resquebrajarse sin sentido alguno.-¿Alguna vez servirá que el tiempo pare, que la vista se nuble, que la luz aparezca? Si igualmente la negación interna hace que mis deseos puedan leerse, tristemente leerse.Esto es solo descarga, descarga que se hace desde el único y más profundo sentimiento que hace de mi existencia algo con sentido. Sin esto estallaría mi alma en mil pedazos dejando atrás solo rastros de miedo a la verdad y al rechazo.
Que horrible el momento de saberlo todo.-¿Cómo no darse cuenta? A Chute largo le paso lo mismo con el frasco de miel de la más dulce casi abierto.
¿Cómo si ya lo sabía he caído en tan dulce tentación?
Que idiota fui.
A veces la miel merece que seamos idiotas.
Allá voy de nuevo.
Es tan lindo ser idiota ante la miel.