Descubrí un sábado a la mañana que emocionarse con Maradona es emocionarse con la alegría del otro.
Que hace falta empatía y amor para lograr que eso suceda.
Ver a Maradona con una pelota era verlo sonreír, y verlo sonreír me llena el alma de alegría, y de escozor también.
De golpe volvió una voz que no sabía que extrañaba. Ya sin teléfono, sin cable, pero con la misma mezcla de dulzura y celeridad de siempre.
El tiempo pasa siempre, aunque no lo queramos, el tiempo pasa...y vuelve más adelante.
Estamos programados para que la nostalgia nos atropelle...y nos gusta.
Aun así, sus ojos sorprendieron más que su voz.
Dañan su falta y su sobra.
Si esa mirada se posa sobre uno más de la cuenta...ay pobre de uno, terminará hechizado, buscandola de por vida, y más allá.
Ahora me mira, y me ve distante, distinto.
Juego a la escondida con Dios, no sé dónde ocultarme. Así somos los cobardes, perdimos tanto que solo queremos empatar...y festejamos derrotas habiendo ganado.
La noche revela cosas.
En la noche hay cosas que son verdaderas, sólo en la noche se prometen cielos y se transitan infiernos. El dia diluye sentimientos y desilusiones.
Me disfrazo de payasito harapiento (lo que mejor hago) y de golpe la ternura brota.
Esa mirada mezcla de otoño en Santa Clara y abismo del Edén, abraza al perdedor.
No aprendí nada hoy, pero de dia descubrí que me emociona Maradona porque sonríe cuando ve una pelota.
Y de noche...de noche me descubrí sonriendo cuando te vi mirándome.
El próximo diluvio te vuelvo a ver....
Adieu! Bye Bye! Aufwiedersehen!
No hay comentarios:
Publicar un comentario