La luna no salió.
Y no se sabe bien qué fue lo que hizo que esa noche no salga,
pasaron horas y horas,
y no salió.
Algunos dijeron que la habían secuestrado,
y no la iban a devolver hasta que se presente el creador del mal en la Tierra. Blasfemos.
Otros, indicaron que,
por no sé que fenómeno astrológico muy bien calculado,
no salió esa noche porque así estaba escrito en no sé que manual de ciencias.
Racionalistas.
Lo cierto, lo que sospeché desde que te ví, es que no iba a salir porque sabía que estabas esperándola.
No le gusta competir, la conozco hace muchas noches.
Se probó su ropa mas brillante, se puso más grande que nunca (ni el Sol se comparaba) pero no salió.
Se asomó, te vió y quedó encandilada, prefirió guardarse ante tanta luz.
Soberbia.
Entendió, al fin la Luna,
que en vano era salir,
llamó a estrellas y demás cuerpos celestes para que la ayuden a verte,
sos demasiado para un par de ojos nomás.
Les pidió a los astros amigos que le avisen cuando no estés mirando.
Tímida.
Y ahí, apenas te fuiste, le avisaron y salió a pasearse, pomposa, por el cielo con el firmamento a merced.
Orgullosa.
Cada uno de tus viajes te trajo acá, cada una de tus vidas, como cada una de las noches trajo a la Luna a salir hoy, tarde.
Sabia.
Pueden haber semanas de 8 días,
noches sin luna
y lutos de 40 años.
El camino es un misterio,
como aquel del sur.
Pero supiste explicarme que hay que caminarlo,
por más que no sepa aprenderlo, entendí.
Callada.
La Luna no salió...bueno, en realidad si.
Sin atarse al tiempo.
Inefable.
Como quién decide pasar el invierno bajo un cerezo.
El próximo diluvio te vuelvo a ver....!!!
Adieu! Bye Bye! Aufwiedersehen!
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